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12 Nov 2021

Vuelve el ciclo Reinventando de la FGUMA con un debate sobre los «trabajos basura»

Dos expertas dan las claves del “síndrome de estar quemado” y las desigualdades de género en la ocupación laboral

El espacio Reinventando la vida en común de la Fundación General de la Universidad de Málaga (FGUMA), en colaboración con el Ayuntamiento de Málaga, retoma su ciclo de conferencias, con un tema que atañe a la precariedad laboral y los “trabajos basura”. La coordinadora académica de Cultura de la FGUMA, Luisa María del Águila, presentó este tema haciendo “repensar” al centenar de personas que asistió al evento “si tiene sentido o no lo que hacemos, si deberíamos optar por otra cosa más útil y que nos haga más felices: «¿Qué está haciendo la gente? ¿Qué está inventando para que la sociedad sea mejor y más sana?”.

Por su parte, el coordinador de este ciclo y profesor de la UMA, Sebastián Escámez, justificó el planteamiento de los trabajos precarios con postulados como los recogidos por el antropólogo de la London School of Economics David Graeber, que detectó que la mayoría de las personas que no están contentas con su empleo pertenece a la economía de servicios y que se puede llegar a convertir en una agonía. Escámez se encargó de guiar el diálogo en el que se contestaron a preguntas sobre por qué cuando se realizan trabajos sin sentido una persona se puede sentir desgraciada y, si es un problema, por qué la sociedad no se rebela ante esta situación.

En la conferencia fueron las expertas y profesoras de la UMA, María Auxiliadora Durán y Paula Rodríguez-Modroño, las que expusieron las claves para comprender mejor los temas laborales de hoy en día. Por un lado, desde el ámbito de la psicología, Durán planteó que la hiperactividad de la sociedad actual conduce a los “trabajos de mierda”, relacionados con el estrés, con tener que hacer cosas sin sentido o cosas que no tienen mucho interés. También explicó que el entorno laboral mantiene o aumenta los niveles de estrés y ello es la causa principal del desencanto entre la plantilla. La intensidad del trabajo, unido a una bajada en el personal, hace que aumente la carga laboral. “Estamos muriendo por un trabajo”, así definió Graeber el componente tóxico que se desprende del entorno laboral, según sus estudios.

En cuanto a los datos expuestos por Durán, se afirma que en 2018 el 74 por ciento de los participantes de España vivía en una cultura del “always is on” (siempre disponible), lo que hace que no se pueda establecer la distancia saludable entre el trabajo y el tiempo libre. Además, en torno al 54 por ciento sufría estrés en el trabajo, el “síndrome de estar quemado”, padeciendo un estrés crónico que agota las fuentes de energía en la persona. «Todo ello afecta a las emociones, sin encontrar sentido a lo que se hace y cuestionándonos la propia eficacia personal y rompiendo la autoestima. La realidad laboral hace que se produzca el desencanto entre las personas empleadas y las expectativas se desvanecen, sintiendo que lo que hago no tiene sentido para nada”, puntualizó Durán.

Por otro lado, Rodríguez-Modroño se centró en las desigualdades de género, la economía laboral y la de los cuidados en la era digital. La ponente incidió en las tareas absurdas inherentes en el capitalismo actual, si bien puntualizó algunas aclaraciones en el análisis del especialista. Se centra en el empleo asalariado, dejando de un lado el trabajo doméstico, “y ello es imposible si no incluimos el trabajo de sostenimiento de la sociedad, de reproducción social, el trabajo de la casa, es decir, no remunerado”, aclaró Rodríguez. La especialista explicó que el trabajo de casa no da un estatus, al contrario,  lo quita. “Los estudios de Graeber exponen que todo el trabajo reproductivo es útil y puede que también pueda ser inútil. Además, centra estos “trabajos de mierda” en los servicios y excluye al sector agrícola por ser útil para la sociedad y considero que no debe ser así necesariamente. Cuando las familias crecen llegamos a tiempos insostenibles cuando tenemos que conciliar el trabajo remunerado, el no remunerado y la familia”, aclaró la profesora Rodríguez.

Además, se comentó que el estudio Graeber está centrado en un primer mundo y excluye todos los trabajos que puedan realizarse en el sur, donde les falta la tecnología. De esta forma también se justifica esa exclusión motivada por la desigualdad de género, pues está distribuido de manera desigual entre hombres y mujeres. “Por ejemplo, en Latinoamérica o África, en países como Chile o México se dedican más mujeres que hombres al trabajo no remunerado y cuando lo hacen en remunerados es con salarios muy bajos, donde las mujeres tienen una sobrecarga laboral con un estado del bienestar muy limitado”, concluyó Rodríguez-Modroño.

El evento contó con interpretación en lengua de signos.

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